Las Islas Baleares enfrentan una creciente escasez de agua agravada por el cambio climático, la presión turística y la irregularidad de las lluvias. La regeneración de agua, que permite dar una nueva vida a las aguas depuradas, se posiciona como una solución clave para garantizar el futuro hídrico del archipiélago.
La gestión del agua en Baleares vive un momento decisivo. El cambio climático ha intensificado los episodios de sequía, las temperaturas son cada vez más altas y las lluvias, cuando llegan, lo hacen de forma irregular. En un territorio insular especialmente vulnerable, donde la presión sobre los acuíferos es constante y la demanda aumenta con la actividad turística, encontrar soluciones sostenibles ya no es una opción, sino una necesidad urgente. En este escenario, la regeneración de agua se presenta como una de las herramientas más eficaces para garantizar la seguridad hídrica del archipiélago.
Regenerar agua consiste en someter las aguas depuradas a tratamientos adicionales que eliminan contaminantes, microorganismos y compuestos químicos, obteniendo un recurso seguro y versátil. Esta “nueva” agua se emplea para usos como el riego agrícola, zonas verdes, limpieza urbana, usos industriales o incluso para recargar acuíferos, ayudando a frenar la intrusión salina que amenaza muchas reservas subterráneas. No se trata únicamente de aumentar la disponibilidad, sino también de evitar el vertido al mar, proteger los ecosistemas costeros y avanzar hacia un modelo circular en el que cada gota puede tener múltiples vidas.
Un ejemplo pionero en las islas es la Estación Regeneradora de Agua (ERA) de Santa Ponça, en Calvià, inaugurada en 2022. Esta planta, la más avanzada de Baleares y una de las punteras a nivel nacional, supone un salto cualitativo en la gestión hídrica. Con una inversión de 5,3 millones de euros financiada mediante el Canon Balear de Saneamiento, la instalación permitirá pasar de un 12 % actual de reutilización al 85 % en momentos de máxima producción, acercándose al horizonte de aprovechar prácticamente el 100 % del agua tratada. Su diseño modular permite adaptar la producción a las necesidades futuras y ya cuenta con una red de distribución de 55 kilómetros, que se ampliará otros 17 para abastecer zonas estratégicas del municipio. Con capacidad para producir hasta 20.000 metros cúbicos diarios de agua regenerada para riego agrícola y campos de golf, y 10.000 metros cúbicos diarios de máxima calidad para usos urbanos no potables, la ERA de Santa Ponça se ha convertido en un referente nacional e internacional que atrae a instituciones de otras comunidades interesadas en replicar su modelo.
La urgencia de apostar por la regeneración en Baleares se entiende al observar su contexto. La dependencia de acuíferos, el crecimiento demográfico, la presión del turismo y las lluvias cada vez más escasas convierten cada metro cúbico disponible en un recurso estratégico. Además, el uso de agua regenerada contribuye a mantener la calidad de las aguas costeras, fundamentales no solo para la biodiversidad, sino también para actividades económicas clave, como la pesca y el turismo. Ejemplos como el proyecto piloto en el hotel St. Regis Mardavall, que sustituye más de 16,5 millones de litros anuales de agua potable por agua regenerada para el riego de sus jardines, demuestran que la colaboración público-privada es posible y necesaria. Esta iniciativa libera agua de consumo humano y evidencia que la sostenibilidad puede integrarse en la gestión cotidiana de grandes instalaciones.
La innovación también juega un papel central. Baleares avanza con proyectos como e-AIGO, impulsado por Hidrobal, el Ayuntamiento de Calvià y la Mancomunitat Pla de Mallorca, con tecnología desarrollada por el Grupo Agbar. Este proyecto, dotado de 11,8 millones de euros y financiado con fondos europeos Next Generation, permitirá digitalizar el ciclo del agua, monitorizar captaciones en tiempo real, optimizar las redes de distribución y garantizar que cada gota se utilice de forma eficiente. Además, facilita la recarga controlada de acuíferos con agua regenerada, aumentando la seguridad hídrica y la resiliencia frente a sequías cada vez más recurrentes.
La regeneración de agua no es solo una solución técnica; es también un compromiso colectivo. Alcanzar una gestión sostenible exige la implicación de instituciones, empresas y ciudadanía. Los beneficios son múltiples: liberar agua potable para consumo humano, proteger los ecosistemas, reducir la presión sobre acuíferos y minimizar el vertido al mar. En territorios frágiles como Baleares, donde la sequía es una amenaza constante y el turismo añade complejidad a la gestión, cada gota cuenta. Apostar por dar infinitas vidas al agua no es únicamente una respuesta a corto plazo, sino la única estrategia posible para garantizar un futuro habitable, resiliente y sostenible para las islas.
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