Cala Millor, referencia europea en adaptación climática de playas

Medio Ambiente

El proyecto LIFE aplica datos del SOCIB y participación ciudadana para proteger la costa

Joaquín Tintoré dirige el SOCIB, una infraestructura científica pionera en el estudio del mar y su interacción con la costa. Con más de 20 años investigando la frágil línea litoral de las Baleares, lidera el proyecto LIFE Adapt Cala Millor. En esta entrevista explica cómo la ciencia, la participación ciudadana y la gobernanza pueden salvar nuestras playas en tiempos de emergencia climática.

¿Qué es el SOCIB y qué función tiene?


El SOCIB es el Sistema de Observación y Predicción Costero de las Illes Balears. Observamos y predecimos cómo se comporta el mar y cómo interactúa con la costa. Esto es esencial para entender el impacto del cambio climático, sobre todo en un mar como el Mediterráneo, que es semi cerrado y está calentándose más rápido que los océanos. Analizamos la temperatura superficial del mar y la frecuencia de fenómenos extremos como temporales y olas de calor, que están siendo cada vez más intensos. También trabajamos en aspectos operativos, como la seguridad marítima o la respuesta ante vertidos, y proporcionamos herramientas para la toma de decisiones a administraciones locales, estatales y europeas.


¿Qué diferencia hay entre el clima y el tiempo, y por qué es relevante?


Es clave entender esta diferencia: el clima es el promedio del tiempo y marca, por ejemplo, qué ropa guardamos en el armario. El tiempo, en cambio, es lo que decidimos ponernos cada día según las condiciones. Esta distinción es fundamental para analizar los impactos del cambio climático a medio y largo plazo, pero también para gestionar fenómenos meteorológicos extremos como DANAS o temporales, que tienen efectos inmediatos en nuestras costas.


¿Cómo está afectando el cambio climático a nuestras playas?


El calentamiento del mar es evidente: este verano hemos tenido temperaturas entre tres y cinco grados por encima del promedio. Esto afecta directamente a los ecosistemas marinos y también a la morfología de las playas, que sufren más erosión y cambios en la dirección del oleaje. Todo ello obliga a repensar cómo adaptamos nuestras playas a estos nuevos escenarios.


¿Qué se está haciendo en Cala Millor?


Llevamos más de 20 años trabajando allí. Comenzamos tras los temporales de 2001 con un programa de monitorización junto al IMEDEA, los ayuntamientos de Son Servera y Sant Llorenç y las asociaciones hoteleras. Hoy, Cala Millor se ha convertido en un referente internacional. Gracias a ese conocimiento previo, Europa nos concedió el proyecto LIFE Adapt Cala Millor. Estudiamos el impacto del aumento del nivel del mar y los temporales en la playa seca (donde se colocan las toallas) y la playa sumergida (donde la arena se desplaza y se acumula en invierno). Parte del trabajo consiste en entender cómo funciona este sistema y qué medidas pueden ayudar a su resiliencia.


¿Qué papel tiene la ciudadanía en este proyecto?


Fundamental. Uno de los ejes del proyecto es la gobernanza multinivel, que implica a científicos, técnicos municipales, arquitectos, economistas, asociaciones hoteleras, colegios y sociedad civil en general. Más de 50 entidades están involucradas. No se trata solo de ciencia; se trata de generar consenso social para tomar decisiones compartidas y eficaces. Eso es lo que estamos consiguiendo con LIFE Cala Millor.


¿Qué medidas concretas de adaptación se están aplicando?


La más emblemática es el retranqueo del paseo marítimo en determinadas zonas y la recuperación de sistemas dunares. También se están planteando reformas urbanísticas que permitan que la playa evolucione de forma natural. El objetivo es proteger tanto la playa seca como la sumergida y garantizar que haya una “reserva de arena” tanto delante como detrás del litoral.


¿Cómo se equilibra la sostenibilidad con el turismo?


La sostenibilidad debe entenderse como el equilibrio entre lo ambiental, lo económico y lo social. Durante mucho tiempo se priorizó lo económico sin tener en cuenta los límites ambientales. Hoy sabemos que esto es inviable. Necesitamos indicadores ambientales al mismo nivel que los económicos o sociales. En Baleares, por ejemplo, no tenemos un sistema de monitorización de playas como en Holanda, que mide la evolución de la línea de costa cada 50 metros desde hace un siglo. Nosotros vivimos también del mar y nuestras playas, así que necesitamos ese mismo nivel de conocimiento para tomar decisiones bien fundamentadas.


¿Qué puede pasar si no actuamos a tiempo? ¿Y cómo sería Cala Millor en 2050 si se aplican las medidas adecuadas?


Esto podría responderlo mejor dentro de dos años. Pero si no actuamos, perderemos playa seca y eso tendrá consecuencias económicas y sociales. Pero estamos en el buen camino. A partir del proyecto LIFE, esperamos tener una propuesta clara de reordenación de la costa, protección del ecosistema sumergido, recuperación dunar y una urbanización adaptada al clima. Si lo logramos, Cala Millor no solo se adaptará, sino que servirá de modelo para otras playas urbanas de Europa.


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