La compra municipal del edificio de Sa Tanca, en Sant Lluís, fue posible gracias al Impuesto de Turismo Sostenible (ITS). El inmueble, que arrastra una larga historia de proyectos inacabados, se ha incorporado al patrimonio público con la intención de convertirse en un espacio útil para la ciudadanía. Dolores Tronch, alcaldesa de Sant Lluís, explica los retos que afronta este edificio y las posibilidades que podrían explorarse.
¿Qué es exactamente Sa Tanca y cómo llegó a ser propiedad municipal?
Ese edificio empezó como un pequeño centro comercial, aunque en ese mismo solar ya había habido antes un espacio para fiestas y eventos, también llamado Sa Tanca. El proyecto no prosperó, la crisis lo dejó a medio acabar y fue pasando de manos en manos hasta que lo adquirió un fondo. Finalmente, desde el Ayuntamiento decidimos, con ayuda del ITS, comprarlo para que pasara a ser propiedad municipal. Hoy ya lo es: el precio lo adelantó el Ayuntamiento y este 2025 lo hemos cobrado del Govern.
¿Qué uso podría tener el edificio?
Cuando se aprobó el proyecto de compra, la financiación venía condicionada por una serie de ítems como la desestacionalización turística. Esto significa que no podemos destinarlo a vivienda, que es lo que realmente necesita Sant Lluís. Ahora mismo, para mí, lo más útil que puede ofrecer son las dos plantas de aparcamiento que incorpora y que todavía habría que terminar.
¿Qué dificultades existen para darle uso?
En su momento pedimos otra subvención para poder reformarlo, pero fue denegada porque no se contemplaba la mejora energética. Solo terminar el aparcamiento costaría más de un millón de euros, un gasto inasumible para el Ayuntamiento. Lo ideal sería poder revertir el destino de este espacio hacia la vivienda, porque el municipio ya no tiene más suelo público para construir vivienda social. Si se pudiera combinar, podríamos destinar una parte a pisos y otra a oficinas o espacios comunitarios, algo que sí aportaría valor real a la ciudadanía.
¿En qué estado se encuentra actualmente el edificio?
Está inacabado. Por fuera mantiene la estructura, pero por dentro apenas hay paredes en bloque, sin acabados. Algunas partes metálicas ornamentales están deterioradas y habría que retirarlas. Aun así, considerando los años de abandono, se conserva relativamente bien. El problema es que está justo en la entrada del pueblo y su aspecto no es el más agradable. La compra buscaba también mejorar esa entrada.
¿Qué importancia tuvieron los fondos ITS en la operación?
Sin el ITS no habría sido posible. El coste lo asumió primero el Ayuntamiento, con una pequeña parte de fondos propios, y el Consell Insular se hizo cargo de unos 400.000 euros de IVA. Finalmente, el Govern ha devuelto el grueso de la inversión a través del ITS. En total, al Ayuntamiento le supuso unos 168.000 euros.
¿Hay propuestas concretas para el futuro de Sa Tanca?
De momento, no hay propuestas serias. Hubo un interés inicial por parte de la Conselleria de Industria, pero no se materializó. Hemos recibido también visitas de colectivos que proponían proyectos de cohousing o cooperativas de mayores para construir viviendas, pero no es viable con la normativa actual. En su momento, el Govern planteó algunas ideas, como un parque tecnológico, oficinas o espacios de coworking, pero nada ha cuajado aún. Habrá que esperar porque el Ayuntamiento no puede asumir en solitario ni el coste de acabarlo ni el de mantenerlo.
¿Qué opina la ciudadanía?
La gente quiere verlo acabado, que deje de ser un edificio vacío a la entrada del pueblo. En el proceso participativo que se hizo —requisito del ITS— surgieron propuestas como un centro para reuniones, exposiciones o actividades culturales. Pero una cosa es la idea y otra la viabilidad: mantener un espacio tan grande supone un gasto muy alto y eso es algo que el ciudadano no siempre tiene en cuenta.
¿La sostenibilidad será un factor clave en su rehabilitación?
Sí, por supuesto. Cuando pueda materializarse un proyecto, será con criterios de sostenibilidad. La cubierta podría destinarse a placas solares y el edificio debería ser autosuficiente en la medida de lo posible. Hoy todas las obras municipales se enfocan en esa dirección.
¿Qué potencial cree que tiene el edificio?
Para mí el principal sería la vivienda, si fuera posible legalmente. Si no, creo que lo mejor sería un uso compartido con otras administraciones, con salas de exposiciones, espacios de formación o reuniones de entidades locales, además de aprovechar al máximo el aparcamiento. Lo importante es que algún día pueda tener un valor real para la comunidad.
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